— ¿Puedo comer chocolates? — pregunto en un susurro mientras Horus y Giovanni disparaban preguntas y cuestionamientos a Michel sin descanso.
— ¿Disculpa? — respondió ya que ante la tempestad de los primos Zabet, casi no había escuchado su pregunta.
— Pregunte si puedo comer chocolates. — el mayor y el menor la vieron casi con asombro y porque no con molesta, no podían creer que preguntara esa estupidez cuando había cientos de cosas más importantes.
— Si. — respondió Michel igual que sorprendido que los demás.
— ¿Escuchaste Pedro? — solo entonces giro a ver al latino, dejando ver las lágrimas que corrían por su rostro.
— Lo escuche princesa, iremos ahora mismo a tomar un chocolate caliente. — el demonio limpio una de las lágrimas que ca