Aria
Mi primera reacción es levantarme de la banca y negar con la cabeza.
—Hija, no se lo diré a mi nieto si no lo quieres así —me asegura—. Pero deja que te ayude.
—No puede ser —digo agobiada. Ella se levanta y me dedica una sonrisa triste—. ¿Qué hace aquí?
—He estado averiguando sobre ti.