—Entendido, señora. Ahora déjame ir a limpiar un poco antes de que regresen los niños.
Mientras tanto Maddi iba muda en aquel auto que casi llegaba al hospital. Las manos le temblaban sin que pudiera evitarlo y las náuseas apenas la dejaban abrir los ojos.
—Dime qué pasó, James. Tienes que decírme