Ricardo se había detenido en medio de la nada, faltaba poco para llegar a donde Bianca y él se habían propuesto ir, pero las cosas no estaban saliendo bien para ninguno de los dos.
Luego de aquella chatetada en medio de un descontrol que le pegó Bianca a Ricardo, bajó del auto, corrió detrás de ella, quien iba caminando a todo dar
–puedes detenerte Bianca–gritó él, habíendole caido atrás, ella se veia unos pasos lejos del vehículo
–no quiero detenerme, y desde hoy, renuncio a tu empresa–agregó enojada y siguió caminando
–pues está bien, renuncia, deja todo el trabajo a mitad– Ricardo se dio la vuelta, dispuesto a regresar al auto, pero volteo, decidido a seguir con la conversación, se veía sonrojado, ardiendo en fuego estaba por dentro, el cúmulo de cosas guardadas, habían llegado a su fin.
–Dale corre, es lo que hacen las caprichosas como tu, ah cierto, conocí a otra mujer igualita a ti, Beatrice, no se porqué me empeñé en creer que eras diferente, ya me lo habían advertido y