En una majestuosa cúpula de reunión, el Rey Lycan ocupaba un trono imperial de proporciones grandiosas, emanando una postura majestuosa y empoderada. Al entrar en la sala, el Beta y los demás consejeros tomaron sus asientos con una ansiedad palpable, esperando la reunión con su estimado líder.
— Permito que todos vuelvan a asumir sus formas humanas - declaró el Alfa con autoridad, y todos obedecieron de inmediato, bajo la mirada penetrante de su rey. — Infórmame sobre el estado actual de la manada - ordenó él con determinación.
— Nuestra reserva de alimentos ha crecido considerablemente, gracias a las bendiciones de la Luna. Estamos bien abastecidos - comentó con elegancia un lobo anciano.
— Nuestras hembras están exhibiendo una fertilidad notable, tal como su Majestad predijo. Los cachorros que nacen tienen una gran virtualidad, prometiendo futuros guerreros excepcionales para nuestra manada - agregó una loba de pelaje gris oscuro con serenidad.
— En cuanto a la guerra, ¿hemos tom