Nada es demasiado grande para mí, Alex. Sé porqué estoy aquí y, francamente, no me disculparé.
—No es necesario pedir disculpas para sentirse mal, y créeme, lo sentirás—.
—Tengo un trabajo que hacer.—
—Tienes la obligación de acatar mis reglas y de abordar cualquier acción legal con mi aprobación y solo con la mía—.
—¡Tengo que protegerte a ti y a este caso! Eso incluye todo lo que le reveles a la señorita Harrison —amenazó con gritar.
Nos proteges por igual. No tienes derecho a actuar a mis espaldas y a repartir secretos. No a ella. No sin mi permiso.
—¿Igualdad?—, rió Lina. —¿Y qué tan igualitaria es esta relación tuya, Alex? ¿Qué tan igualitaria es la nuestra, de hecho?—
—Lo que sea que estés tratando de decir, Lina, será mejor que lo digas ahora—.
Significa que no se están tomando en serio mis privilegios de abogado-cliente. Soy un abogado excepcional, pero no si me estás espiando. Y déjame decirte, sé que algo pasó esta noche. Sí, fui a casa de la señorita Harrison; sí, le di la