En casa.
Por fin llego, una vez entro ansío llegar a mi dormitorio, y en esas voy cuando me encuentro con la cara extra sorprendida de Marcia. Ella me observa como si mirara a un imaginario selenita que ha bajado de la luna y recién ha aterrizado en el planeta tierra. Y como no, he pasado la noche afuera.
¡AFUERA! Como una cualquiera. Hasta me sale en rima y parte del sábado, para ponerle la fresa a mí descache, y si no ocurre esa pequeña discusión, hubiera accedido a quedarme hasta el domingo, lunes, martes…
¡Un momento!
¿Estoy drogada o qué?; no, aun no logro procesar.
Ella se lanza sobre mí y me ataca a todo tipo de preguntas referentes a: ¿Cómo fue? ¿Qué tal estuvo? ¿Qué coños es bi u homo? ¿Te lo tiraste? ¿Es buen amante?
¡Qué mierda!
No le respondí a ninguna, me dejó de piedra; pero, ella debe intuir las respuestas. Gritan solas en mi cara colorada, y también, por cómo me muerdo el labio superior.
¡Folla increíble!, tengo que aceptarlo.
Admitirlo. Concientizarme de una buena vez