—¿Has tomado?
Emilio sintió un escalofrío al escuchar esas palabras. —No, —respondió rápidamente—. ¿Por qué?
—Porqué… no lo sé. Pero creo que has tomado.
<<A ti que te importa>> dijo una voz en su mente. <<Cállate tonto hijueputa>> respondió otra.
—Tal vez lo hice por ti.
—Esa no es excusa.
—Es una razón.
Ella se movió a su alrededor, como niebla que se desvanecía al paso del viento. Su cabello flotaba y sus labios parecían demasiado rojos, como cubiertos de sangre. Su presencia femenina parecía llenar el mundo, que parecía oscuro y desprovisto de más vida más que la de ambos. El cielo era azul, pero un azul enfermo, grisáceo, un indicativo de su estado mental en esos momentos.
—Me gustaría