—¿Quieres bailar? —Me propuso.
Empecé a bailar con él y yo bailaba bajo la lluvia. En este momento me sentía viva y no podía quejarme. Me sentía en un sueño.
Sueño que se desvaneció.
Sueño que deseaba repetir.
Porque he aquí he abierto los ojos y no existe playa, no existe arena, no existe Chris. Solo estoy yo acostada en una habitación gris.
¿Qué demonios pasó?
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Pensando en todo esto, miré hacia la puerta. Abuela Laura venia con una taza de chocolate y me miraba con una sonrisa.
—Qué bueno que despertaste —dijo animada.
—Hola —Respondí sin ánimos —¿Cómo llegué aquí?
—Gabriel llego a tiempo y siguiendo tu rastro, te encontró dentro del mar.
Oh, no me acuerdo.
Que extraño, no me esperaba esto.
—¿Ya despertó? Vaya, ahora si te pareces a la bella durmiente —Dijo Daniel entrando a la habitación.
—¿Acaso dormí mucho? —Dije irónica, tomando mi vasito de chocolate.
—Dormiste tres días —Dijo Abuela Laura.
Okay, eso fue mucho.
¿Y dónde estoy?
No reconozco bien el lugar. Aunque, a decir verd