Mientras ellos estaban reunidos, la algarabía y alegría llegaba a la hacienda:
Lina María, acompañada de su hija Milagros, ingresaban a la sala de la casa. Ismael, había ido al aeropuerto, no reconoció a la joven, pero cuando su madre la llamó por su nombre, el capataz se quedó con la boca abierta.
Milagros, se sentía muy nerviosa, su estómago se hacía nudos, y percibía una opresión en el pecho, había convencido a su madre de no llevar a su hijo a la hacienda, no estaba preparada aún para enfrentar a Jairo, es más no sabía cómo iba a reaccionar al momento de tenerlo en frente.
—¡Milagros Duque! —exclamó Miguel, el tío de la joven abrazando con cariño a la muchacha.
—Tío, tantos años sin vernos —indicó con tristeza Milagros.
—¡Estás muy linda sobrina! —exclamó con alegría—. Bienvenida a la Momposina.
La joven miró la casa, sin embargo, ya nada era
Ya se volvieron a encontrar Jairo y Milagros. ¿Qué les pareció? No olviden dejar sus comentarios.