Andrea despertó sintiéndose dolorida. De pronto, la fuerte luz blanca de la habitación del hospital la deslumbró. A medida que su mente trataba de procesar lo que estaba sucediendo, intentó recordar cómo había llegado allí, pero todo era confuso y borroso.
De repente, la puerta se abrió y entró un hombre trajeado. Andrea parpadeó, confundida al ver a un sujeto alto, de cabello rubio, que lucía bastante atlético y atractivo. Sus ojos azules eran tan profundos.—Te preguntarás por qué estás aquí y te lo explicaré todo. Primeramente, me presento: soy Adriel Benson. Te has cruzado en mi camino y, afortunadamente, las lesiones que has sufrido no son peligrosas. Los especialistas han descartado cualquier daño interno —soltó serio.Ella solo asintió, recordando de repente el momento en que fue arrollada por un auto. Un escalofrío la recorrió al recordar que, por un instante, había temido que le sucediera lo mismo que a sus padres. Sin embargo, se sintió aliviadaCuando Andrea despertó aquella mañana, la desorientación la envolvió por completo. Se encontraba en una habitación desconocida, y la incomodidad en su brazo la hizo consciente de su realidad. El cabestrillo le recordó los acontecimientos recientes, golpeándola con la brutalidad de los recuerdos.—No puede ser que esté en medio de esta habitación. Ya no vivo con mi tía... Esto tiene que ser un sueño —murmuró para sí misma, intentando pellizcarse para comprobar si era real.Un gemido de dolor la devolvió a la realidad. No era un sueño. Era su nueva vida, lejos de las garras de Constanza, gracias al hombre que se había convertido en su salvador después del atropello.Lentamente, comenzó a explorar la habitación con la mirada. Era un espacio cálido y lujoso, tan diferente a todo lo que había conocido. Parecía sacado de una película, un sueño hecho realidad, aunque no exactamente como ella hubiera imaginado.De repente, una voz profunda y masculina la sacó de sus pensamientos:—Deberías le
—No le buscaré ningún tipo de problema. Ah, otra cosa: tengo que ir a mis clases de preparatoria, e incluso en esta situación, no dejaré de hacerlo. No puedo perderme los exámenes.—Dices que no quieres complicarme la vida, pero en cuanto se sepa dónde estás y con quién has estado, todo podría interpretarse de una mala manera. Y yo no quiero eso para mí, ni siquiera quiero eso para ti.—Tengo una hermana, pero ella no vive conmigo ni con mi tía. Hace mucho que dejó de hacerlo, incluso ahora es una mujer casada. Te lo menciono porque me comunicaré con ella en cuanto pueda y le explicaré todo. Ella podrá ayudarme, estoy segura de que lo hará.—¿Cómo se supone que ibas a llamarla? ¿Tienes algún teléfono?—No, no tengo un teléfono. Encontraré la manera de conseguir uno y así podré llamarla cuando pueda. Lo siento, señor Benson, debo ir a la preparatoria —añadió la joven, levantándose de la mesa. Antes de que pudiera salir, Adriel le detuvo el paso con su antebrazo.—Te llevaré. Puedes env
Ruby observó aquella maravillosa vista a través del enorme ventanal y se perdió en sus pensamientos. El mundo allá afuera podía ser cruel, pero ella, a pesar de todo, se sentía como en una burbuja que, aunque la protegía, podía explotar en cualquier momento.La noche brillaba con estrellas que adornaban el vasto cielo, y ella seguía esperando en la habitación a su esposo. Incluso había conseguido una pequeña cajita de regalo para hacer la entrega de ese pañuelo.Sung-Hoon entró en la habitación, aflojándose la corbata. Al ver a su esposa sentada al borde de la cama, curioso, se preguntó qué era lo que ella tenía entre manos. Aquella sonrisa en su rostro le decía que ocultaba algo, y le resultó divertido.—Ruby, parece que algo te emociona. Aunque admito que prefiero verte sonreír. ¿Todo bien?En ese momento, Ruby se levantó de la cama y caminó hacia él, todavía con las manos ocultas detrás de la espalda, guardando el regalo que le tenía preparado.—Sung-Hoon, tengo algo que darte. No
Cuando se fueron a la cama, Ruby le dio la espalda como solía hacerlo. Aunque no quería, sentía que era lo mejor para calmar su nerviosismo. Todavía tenía pensamientos que la atormentaban: ¿había escuchado Sung-Hoon la conversación que tuvo con Marie? Esperaba con todo su corazón que no fuera el caso.Sung-Hoon ladeó la cabeza, curioso por el hecho de que ella parecía estar tan distante, después de haberse mostrado tan cercana al regalarle aquel bonito pañuelo bordado. Reflexionaba sobre los verdaderos sentimientos de Ruby hacia él. Ahora que sabía que ella estaba enamorada de él, se sentía señalado y culpable por no haber podido descubrir lo que realmente sentía.—Ruby, ¿por qué me das la espalda? Incluso si no hay una tormenta allá afuera, puedes colocarte a mi lado si eso te resulta más cómodo para dormir —se atrevió a decir, haciendo que ella se tensara—. Dicen que incluso un bebé muy pequeño puede escuchar desde el vientre de su madre y sentir la voz familiar de su padre; entonce
Antes de regresar a casa, Adriel condujo hacia un local de comida. Benson le había dado un teléfono que había comprado antes de pasar a buscarla por la secundaria. Andrea estaba revisando el teléfono con entusiasmo, ocupando el asiento de copiloto.Adriel no podía evitar mirarla de vez en cuando, dándose cuenta de que, a pesar de su situación, ella era bastante positiva. No importaba cuán oscura fuera la situación, siempre buscaba un poco de claridad, aunque solo fuera un rayo de luz.—¿Te gusta mucho el teléfono? ¿Nunca habías tenido uno? —preguntó Adriel.—Son bastante costosos. Por supuesto que nunca había tenido uno, y este es tan genial. ¡Muchas gracias!—Solo tuteame, llámame Adriel y ya.—¿En serio puedo hacer eso? Creí que ni siquiera te agradaba. Quiero decir, pareces bastante enfadado, y puedo entender si eso es lo que sientes.—No estoy molesto, solo estoy siendo cuidadoso. Estoy evitando meterme en problemas, eso es todo.Ella asintió lentamente y volvió a bufar.—Aun así,
La sonrisa de su cara no desaparecía y es que el recordatorio de lo sucedido, seguía clavado en su cabeza y en su corazón. Ella, cada vez que volvía atrás, no podía evitar emocionarse y sentirse amada en medio de la plena felicidad que ahora llenaba su vida. Siempre estuvo llena de mucha oscuridad.Marie se dio cuenta del brillo especial que tenían los ojos de la joven y de su sonrisa que no se esfumaba de su bonito rostro. Aunque ya podía intuir un poco la razón, de todos modos se animó a preguntarle la razón por la que se encontraba tan feliz y se veía radiante.—Ruby, hoy brillas más que nunca y tu sonrisa es tan dulce. Apuesto que algo maravilloso te ha pasado y no sabes cuánto me alegra que así sea.—Marie —volteó a mirarla, toda sonrojada—. Estuvimos juntos y esta vez lo admití. No podía dejar de pensar en el hecho de que él había escuchado nuestra conversación, así que al final terminé diciéndole lo que siento y, para mi sorpresa, Sung-Hoon siente lo mismo. Todavía no puedo cre
Tras salir de la preparatoria ese día, Andrea se quedó esperando a que Adriel la pasara buscando como le había prometido. Se sentía un poco impaciente, al ver que él prometió buscarla sin falta. ¿Y si le surgió un imprevisto y por eso aun no la buscaba? Tal vez estaba en el trabajo y llegaría en cualquier momento. Se quedó un poco pensativa.Justo cuando Andrea había tomado la decisión de irse por su cuenta a casa, se frenó en seco al darse cuenta de que frente a ella estaba esa mujer otra vez, mirándola con unos ojos aterradores. Ella se sintió demasiado atemorizada al verla allí después de haber escapado.Andrea sentía que su corazón palpitó con ferocidad dentro de su pecho; deseaba correr con todas sus fuerzas y alejarse de esa mujer, pero algo la impulsaba a quedarse ahí frente a ella para enfrentarla. Y sí, definitivamente, no se iba a dejar derribar.—Tía Constanza...—Me pregunto cómo es que has conseguido la osadía de escapar de casa y pensar que yo nunca te encontraría, pero
Ruby estaba sentada en su habitación, rodeada de telas de colores suaves y patrones que había dibujado con esmero. Su corazón latía con alegría mientras pensaba en el pequeño ser que estaba por llegar. Esa tarde, se había propuesto confeccionar una ropita unisex para su bebé. Con cada puntada, sentía que su amor y ternura se entrelazaban con la tela, creando algo único y especial.Mientras las agujas danzaban entre las telas, Ruby no podía evitar sonreír. Imaginaba a su pequeño vistiendo esa ropa, con una sonrisa traviesa y los ojos llenos de curiosidad. La idea de ser madre la llenaba de ternura, y en ese momento, sintió que todo lo que había pasado valía la pena. A medida que daba forma a la ropita, su mente se llenaba de sueños y esperanzas para el futuro.Justo cuando estaba terminando el último detalle de la prenda, Marie entró en la habitación. Su rostro se iluminó al ver lo que Ruby estaba haciendo.—¡Ruby! —exclamó, acercándose rápidamente—. ¡Eso es precioso! Estás haciendo un