Ella comenzó a alterarse al darse cuenta de lo que estaba pasando. Con pasos lentos avanzó hasta una ventana y, al correr la cortina, se dio cuenta de que los relámpagos azotaban la ciudad. Por instinto, retrocedió y gritó asustada. Entonces, tras un trastabillo, acabó cayendo sobre el frío suelo de mármol. Aquel ruido despertó a Sung-Hoon, quien se sintió inquieto al instante.—¿Ruby? —inquirió en medio de la oscuridad que rodeaba el lugar. Se levantó de la cama al no encontrarla a su lado y se dirigió rápidamente hacia donde estaba ella, preocupado por lo que le pudiera estar sucediendo.Sus ojos inquietos se posaron sobre Ruby, que estaba en el suelo. Se agachó rápidamente y, tomando sus hombros con suavidad, la levantó mientras buscaba sus ojos llenos de temor. Ella estaba paralizada, con las palpitaciones aceleradas y la sudoración envolviendo todo su cuerpo.—¿Qué está pasando? —quiso saber.—Me da mucho miedo. Sung-Hoon, ese sonido me aterra, no puedo soportarlo —admitió, afect
Andrea también parecía sorprendida al ver a su hermana allí repentinamente. Aunque quería correr y abrazarla, sus pasos se sintieron anclados al suelo, atrapados en la perplejidad del momento. La felicidad dominaba su ser, pero sentía un nudo en la garganta, movida por una miríada de sentimientos fuertes. Era como si hubieran pasado años sin verse, aunque en realidad solo habían sido unas pocas semanas. Aun así, se sentía como una eternidad.—¡Ruby! —exclamó finalmente Andrea, caminando hacia su hermana y abrazándola con fuerza. Ambas comenzaron a llorar, desbordadas por la emoción del reencuentro.Cuando Andrea se separó, miró a su hermana, estudiando su ropa y cómo lucía. Se dio cuenta de lo bien que le estaba yendo, de lo diferente que se veía.—No pareces la misma Ruby que conozco. Todo te queda muy bien, te ves hermosa, hermana.—Andrea, creo que estás exagerando. Además, esto no tiene importancia. ¿Cómo te sientes? —preguntó Ruby, preocupada.—Me siento un poco mal. Pero sé que
—Lo amo. Estoy enamorada de ese hombre. No sale de mi cabeza. La primera vez que lo vi, sentí mariposas en el estómago. Puede que suene demasiado tonto, pero en realidad me gustó más de lo que podría explicar —confesó Ruby, su mirada brillante de emoción.Andrea sonrió.—Y él, hermana... ¿también le gustas a él?La pregunta de su hermana hizo que la expresión de Ruby cambiara drásticamente.—La verdad es que no he sido correspondida. Y tampoco he admitido mis sentimientos. No creo que sea correcto decirle que me gusta cuando todo lo que hacemos es fingir ante los demás. Además, sería incómodo confesarle lo que siento por él, porque si luego no siente lo mismo, sería demasiado raro tener que vernos a la cara después. Estoy evitando pasar un mal rato. Así que nada de lo que sienta es realmente importante aquí. Incluso hemos firmado un contrato, y dentro de un año, cuando haya dado a luz y todo haya terminado, podré divorciarme de él y continuar
Sung-Hoon estaba sumido en sus pensamientos cuando su asistente, Renata, irrumpió en su oficina.—Señor, tengo que recordarle que tiene una reunión en media hora —dijo, con una mezcla de profesionalismo y preocupación.Sung-Hoon casi se lleva las manos a la cabeza al recordar lo importante que era esa junta.—Gracias, Renata, por recordármelo. Sinceramente, lo olvidé, pero aún estoy a tiempo de repasar algunas cosas antes de que empiece.—No se preocupe, estoy aquí para ayudarlo en todo lo que necesite —respondió Renata, haciendo una anotación en su tablet.Por otro lado, Andrea llegó a casa, cargando varias bolsas. Su tía Constanza, al verla, se quedó curiosa.—Supongo que tienes una explicación coherente para decirme por qué traes todas esas bolsas. ¿De dónde has sacado el dinero para comprar todo eso? —preguntó, con un tono que parecía más acusador que curioso.Andrea, sintiéndose nerviosa, se preparó para responder.<
Andrea despertó sintiéndose dolorida. De pronto, la fuerte luz blanca de la habitación del hospital la deslumbró. A medida que su mente trataba de procesar lo que estaba sucediendo, intentó recordar cómo había llegado allí, pero todo era confuso y borroso.De repente, la puerta se abrió y entró un hombre trajeado. Andrea parpadeó, confundida al ver a un sujeto alto, de cabello rubio, que lucía bastante atlético y atractivo. Sus ojos azules eran tan profundos.—Te preguntarás por qué estás aquí y te lo explicaré todo. Primeramente, me presento: soy Adriel Benson. Te has cruzado en mi camino y, afortunadamente, las lesiones que has sufrido no son peligrosas. Los especialistas han descartado cualquier daño interno —soltó serio.Ella solo asintió, recordando de repente el momento en que fue arrollada por un auto. Un escalofrío la recorrió al recordar que, por un instante, había temido que le sucediera lo mismo que a sus padres. Sin embargo, se sintió aliviada
Cuando Andrea despertó aquella mañana, la desorientación la envolvió por completo. Se encontraba en una habitación desconocida, y la incomodidad en su brazo la hizo consciente de su realidad. El cabestrillo le recordó los acontecimientos recientes, golpeándola con la brutalidad de los recuerdos.—No puede ser que esté en medio de esta habitación. Ya no vivo con mi tía... Esto tiene que ser un sueño —murmuró para sí misma, intentando pellizcarse para comprobar si era real.Un gemido de dolor la devolvió a la realidad. No era un sueño. Era su nueva vida, lejos de las garras de Constanza, gracias al hombre que se había convertido en su salvador después del atropello.Lentamente, comenzó a explorar la habitación con la mirada. Era un espacio cálido y lujoso, tan diferente a todo lo que había conocido. Parecía sacado de una película, un sueño hecho realidad, aunque no exactamente como ella hubiera imaginado.De repente, una voz profunda y masculina la sacó de sus pensamientos:—Deberías le
—No le buscaré ningún tipo de problema. Ah, otra cosa: tengo que ir a mis clases de preparatoria, e incluso en esta situación, no dejaré de hacerlo. No puedo perderme los exámenes.—Dices que no quieres complicarme la vida, pero en cuanto se sepa dónde estás y con quién has estado, todo podría interpretarse de una mala manera. Y yo no quiero eso para mí, ni siquiera quiero eso para ti.—Tengo una hermana, pero ella no vive conmigo ni con mi tía. Hace mucho que dejó de hacerlo, incluso ahora es una mujer casada. Te lo menciono porque me comunicaré con ella en cuanto pueda y le explicaré todo. Ella podrá ayudarme, estoy segura de que lo hará.—¿Cómo se supone que ibas a llamarla? ¿Tienes algún teléfono?—No, no tengo un teléfono. Encontraré la manera de conseguir uno y así podré llamarla cuando pueda. Lo siento, señor Benson, debo ir a la preparatoria —añadió la joven, levantándose de la mesa. Antes de que pudiera salir, Adriel le detuvo el paso con su antebrazo.—Te llevaré. Puedes env
Ruby observó aquella maravillosa vista a través del enorme ventanal y se perdió en sus pensamientos. El mundo allá afuera podía ser cruel, pero ella, a pesar de todo, se sentía como en una burbuja que, aunque la protegía, podía explotar en cualquier momento.La noche brillaba con estrellas que adornaban el vasto cielo, y ella seguía esperando en la habitación a su esposo. Incluso había conseguido una pequeña cajita de regalo para hacer la entrega de ese pañuelo.Sung-Hoon entró en la habitación, aflojándose la corbata. Al ver a su esposa sentada al borde de la cama, curioso, se preguntó qué era lo que ella tenía entre manos. Aquella sonrisa en su rostro le decía que ocultaba algo, y le resultó divertido.—Ruby, parece que algo te emociona. Aunque admito que prefiero verte sonreír. ¿Todo bien?En ese momento, Ruby se levantó de la cama y caminó hacia él, todavía con las manos ocultas detrás de la espalda, guardando el regalo que le tenía preparado.—Sung-Hoon, tengo algo que darte. No