Capitulo Treinta.

Me siento estúpida por no dejar de llorar, pero es inevitable, es algo que no puedo controlar. Me siento completamente indefensa, todos lo saben y me aterra lo que pueda pasar de ahora en adelante. Las miradas, las palabras de aliento, no quiero eso, no lo quiero.

Odio a Carol, odio que todos lo sepan, odio tener está enfermedad, odio ser yo.

No sé cuánto tiempo llevo encerrada en mí habitación llorando, creo que mucho ya que desde hace minutos escucho como Hanna y Zoe intentan convencerme en abrir la puerta para dejarlas pasar.

—H, por favor—escucho nuevamente a Hanna.

Aprieto con mucha más fuerza mí almohada reprimiendo un grito, repito una y otra vez el momento donde todos me miraban, en mí mente, la mirada confusa y decepcionada de Aaron y la sonrisa de superioridad de Carol en su rostro. Las lágrimas siguen rodando por mis mejillas, no encuentro mí voz para hablar.

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