Mi hermano entra al apartamento con expresión cautelosa buscando algo. Me mira dedicándome la sonrisa más falsa de la historia. Levanto una ceja ante su extraña actitud y suspiro, parecen unos niños con esas tonterías.
— ¿Hola, necesitas ayuda? – ahora sonríe con cariño y me abraza depositando un beso en mi cabeza.
— ¡Princesa! ¿Estás bien? – asiento con los ojos en blanco.
— ¡Claro que estoy bien James! ¿Qué sucede? – mira a todos lados.
— Muestra tus manos – arrugó el ceño.
— ¿qué, por qué?
— Tus manos Leila, por favor – estiro los brazos.
Revisa las palmas, las muñecas y hasta los codos. Toma mi ros