25.- Leila.

Mi hermano entra al apartamento con expresión cautelosa buscando algo. Me mira dedicándome la sonrisa más falsa de la historia. Levanto una ceja ante su extraña actitud y suspiro, parecen unos niños con esas tonterías.

— ¿Hola, necesitas ayuda? – ahora sonríe con cariño y me abraza depositando un beso en mi cabeza.

— ¡Princesa! ¿Estás bien? – asiento con los ojos en blanco.

— ¡Claro que estoy bien James! ¿Qué sucede? – mira a todos lados.

— Muestra tus manos – arrugó el ceño.

— ¿qué, por qué?

— Tus manos Leila, por favor – estiro los brazos.

Revisa las palmas, las muñecas y hasta los codos. Toma mi ros

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