Ayla tenía entre sus manos aquella carta que Murat le había escrito despidiéndose.
Ese día no permitió que nadie la consolara, ni siquiera Ashraf que se veía estaba sufriendo mucho al verla tan triste
Se encerró en su cuarto y pidió a todos que le dieran su espacio.
Paso toda la tarde llorando, reviviendo los días felices que se habían ido.
Una noche habían ido a la playa y decidieron acostarse bajo las estrellas y maravillarse con ese hermoso cielo que los arropaba y les decía que siempre había una esperanza, un sueño, un amor, y por eso valia la pena vivirla, a pesar del dolor, solo por este mágico momento ella