Capítulo 123

Chantal.

Caminaron por el amplio jardín hasta llegar al lado de una fuente. Dixon se puso frente a ella y comenzó a buscar dentro del bolsillo de su pantalón.

—Quería dártelo antes, pero con todo esto no tuve oportunidad —sacó la pulsera de mariposas y tomó su muñeca para colocársela—. Solo se ve hermosa en ti.

Chantal la admiró, los dijes resplandecían con los destellos que brindaban las luces del atardecer. Entonces, recordó a su abuela, y la esfera traslúcida que le había obsequiado junto a sus palabras:

«... Todos necesitamos ese algo que nos haga brillar mi niña, recuerda, a esta vida venimos en una mitad, y nos dedicamos sin quererlo a buscar la otra que nos falta...»

Chantal sonrió, par de lágrimas corrieron por sus mejillas. La había derribado, él, con todos sus defectos y virtudes, con esa maravillosa forma de quererla y de demostrarle lo que sentía. Dixon había echado su muralla abajo, la había estado agrietando desde ese momento en el que chocaron y su azul se a

con el negr
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