HIJOS SECRETOS DE ALFA REY
HIJOS SECRETOS DE ALFA REY
Por: Pauliny Nunes
Mi corazón latía rápido

Mi corazón latía rápido mientras conducía por las calles de Seattle, tratando de encontrar los últimos detalles para el sexto cumpleaños de mis hijos, Cassian, Dorian y Kane. El gran día se acercaba, y como si eso no fuera suficiente, también era Halloween, lo que lo hacía aún más especial. Solo faltaban dos días, y quería que la celebración fuera perfecta.

Compraba algunos artículos más para la fiesta cuando el sol empezó a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rojizos.

La ciudad de Seattle se estaba preparando para la noche embrujada, pero para mí, la prioridad era hacer el cumpleaños de mis hijos lo más mágico posible. Se lo merecían.

Mientras buscaba en las tiendas los artículos que aún faltaban, no podía evitar sonreír al imaginar lo emocionados que estarían mis hijos con la fiesta. Ellos eran mi mundo, mi razón de ser desde el día en que nacieron, hace seis años.

Al salir de otra tienda con bolsas llenas de decoraciones y golosinas, me di cuenta de que la noche había caído y la luna estaba subiendo en el cielo, llena y brillante. Recordé haber leído en algún lugar que, en ese Halloween, ocurriría el raro fenómeno de la Luna Azul.

Un presentimiento me recorrió, pero lo aparté rápidamente. Mientras caminaba por las calles de la ciudad, la brisa fresca de la noche acariciaba mi rostro, y respiré profundamente, sintiendo el viento que venía del bosque que rodeaba la ciudad.

Finalmente, con todas las compras hechas, coloqué las bolsas en el coche y conduje de vuelta a casa. La luz de la luna llena iluminaba el camino, y la noche parecía mágica. Un viento fresco y escalofriante soplaba a través del bosque, haciéndome estremecer, pero no me importó.

Estaba tan ocupada pensando en las risas y sonrisas que vería en los rostros de mis hijos que ni me di cuenta del escalofrío que recorrió mi espina dorsal.

Sin embargo, cuando llegué a nuestra casa y vi la puerta forzada, una horrible sensación se apoderó de mi cuerpo, y mi corazón comenzó a latir descontroladamente. Sabía que algo estaba mal.

Entré en casa, llamando a mis hijos, esperando escuchar sus voces animadas en respuesta.

"¡Cassian! ¡Dorian! ¡Kane! ¿Dónde están?"

Pero el silencio era ensordecedor.

Tan pronto como puse un pie en la sala, mi peor pesadilla se hizo realidad. Stacy, nuestra niñera de confianza y querida amiga, yacía en el suelo de la sala. Sus ojos, antes llenos de vida, ahora estaban opacos y vidriosos, y un disparo en la frente manchaba la alfombra con el sombrío rastro de su muerte.

"¡STACY!"

Mi grito ahogado resonó en la casa mientras las lágrimas llenaban mis ojos. Mis piernas temblaron, pero la determinación se apoderó de mí.

Necesitaba encontrar a mis hijos, no importaba lo que hubiera sucedido. Corrí escaleras arriba, con lágrimas en los ojos, buscando a mis hijos.

"¡Cassian! ¡Dorian! ¡Kane!"

Mi mente estaba en un torbellino, y mi corazón parecía querer salirse del pecho. Abrí la puerta de su habitación, esperando encontrarlos a salvo, pero lo que vi heló mi sangre.

La habitación estaba vacía. Las camas estaban intactas, y no había señales de Cassian, Dorian o Kane. Mi mente comenzó a dar vueltas, tratando de entender lo que estaba sucediendo. El pánico se apoderó de mí, y corrí hacia la habitación contigua, donde guardábamos la ropa y los juguetes de los niños. Nada. Habían desaparecido, como si nunca hubieran estado allí.

"¡Cassian! ¡Dorian! ¡Kane! ¡Salgan de donde estén, por favor!"

Fui invadida por la desesperación mientras buscaba frenéticamente cualquier pista que pudiera decirme a dónde habían ido mis hijos. Fue entonces que olí un aroma familiar en el aire, un aroma que conocía muy bien.

Mi corazón latió aún más rápido cuando me di cuenta de lo que eso significaba. Esto no era un secuestro común, no, era algo mucho más siniestro. Alguien de nuestro mundo estaba involucrado, alguien que conocía nuestra naturaleza, que conocía nuestros secretos y nuestras debilidades. Se atrevieron a acercarse a mí, a mi familia, con la intención sombría de arrancarme lo que más amaba. Y el olor que sentí... era el olor de un hombre lobo.

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