El llanto de un bebé llenó el silencio de la estancia. Jeremy se levantó aturdido. Aquel sonido hizo que su mundo empezará a dar vueltas.
Oliver le dio palmadas en la espalda, pero el lobo blanco seguía sin saber qué hacer. La puerta se abrió y apareció Rosali con una lágrimas en el rostro, pero mostrando una sonrisa sincera.
—Ven —su hermana le tomó de las manos—. Ella te espera.
Jeremy caminó como zombi e ingresó a la habitación donde se encontraba Evangeline. Cuando estuvo en la entrada se quedó estático cuando vio la imagen más hermosa que jamás había visto. Evangeline sostenía a una hermosa niña en brazos.
El siguió caminando como zombi hasta ellas, la pequeña tenía los ojos cerrados y sostenía uno de los dedos de su madre.
—¿Qué te parece Juliette? —preguntó Evangeline.
Jeremy siguió mirando a la bebé.
—Hola pequeña Juliette —susurro tocando el rostro de su hija.
Evangeline soltó algunas lágrimas y le entregó con delicadeza su hija a Jeremy.
Poco a poco los más integrantes de la