Guilty
Guilty
Por: kesii87
Prefacio.

Las farolas de la larga avenida es lo único que ilumina la oscura ciudad, mientras Cole conduce de forma calmada y Dexter cuenta la pasta que hemos conseguido en el burdel. Estoy tentado a mirar la agenda de la semana, pero el punzante dolor de cabeza que siento en ese momento me retiene. Opto por seguir con ojos cerrados, disfrutando de la calma que se respira en el vehículo.

Mi mente divaga por la inconsciencia durante un momento. Parece que voy a quedarme dormido, pero sólo me quedo pensando en cómo era mi vida hace unos años, cuando mi padre aún era un hombre libre, en la mansión de tres pisos que el negocio de la droga había costeado. Añoro Los Ángeles más de lo que me gusta admitir, los días en los que me la pasaba disfrutando de fiesta en fiesta, malgastando el dinero de mi padre, sin hacer otra cosa más que perder el tiempo, mientras él seguía dedicándose a lo que mejor se le daba, y vender barcos de lujo, no lo era en lo absoluto. Tan sólo una tapadera para blanquear dinero, nada más.

Escucho las risas de Rosa mientras la persigo por la piscina, con ganas de volver a tener sexo con ella, importándome bien poco que sea una mujer casada y que su esposo sea un tipo importante en la ciudad.

Coches de lujo, grandes mansiones, caprichos de los que nunca me cansaba, dinero que parecía llover del cielo, drogas, prostitutas, alcohol y muchas fiestas. Eso era a lo que estaba acostumbrado.

Escucho la puerta de la entrada y le hago una señal a la rubia con grandes pechos que tengo delante de mí, para que guarde silencio. Puedo saber lo que va a ocurrir incluso antes de que lo haga, y no es sólo porque he pensado en ello mil veces desde que ocurrió. Cuando quiero darme cuenta el FBI está por toda la casa, pisando las petunias de mamá, que va a enfadarse mucho cuando vuelva de su crucero por el Caribe. También están en el interior, irrumpiendo en el despacho de papá, sin hallarlo, pues tenía una importante reunión de negocios en el club de golf ese día. Asimismo, llegan hasta nosotros, la muchacha en ropa interior que perseguía hacía un momento, se puso a chillar, histérica, y yo levanto las manos, sin oponerme a la justicia, pues sé que eso sólo dificultará las cosas.

Siempre me he jactado por ser una persona tranquila, nada suele alterarme, quizás es por eso por lo que soy tan bueno en este tipo de trabajos. No hay nada que me preocupe, nada que puedan usar en mi contra.

Por supuesto, aunque papá no estaba en la casa, fue detenido. ¿La razón? Habían recibido un soplo de que guardaba el último cargamento de polvo blanco en el garaje. Por supuesto, ese maldito soplón fue exterminado. Me encargué yo mismo.

Tener que hablar con mi padre a través de un cristal es duro, pero me estaba asegurando de que su estancia en la cárcel sea como unas vacaciones. Aprendí del mejor, diré en mi defensa. Y él está orgulloso del hombre en el que me he convertido. Mamá ha vuelto a Medellín y le mando dinero todas las semanas.

El auto se detiene frente a un antro de perversión, un bar de moteros que sigo frecuentando cada semana. El dueño es un tipo al que tengo gran estima, con el que hago negocios, además de ofrecerle protección. Me deja guardar la mercancía en su almacén y sirve el mejor Whisky de la ciudad, exportado directamente desde Escocia.

Su nombre es Chuck Evans. Un pobre desgraciado que perdió a su mujer en el parto de su única hija y a esta a causa de su afán por las tragaperras y los juegos de azar. Me ha pedido dinero en un par de ocasiones, lo perdió todo, y tuve que pedir la mitad del bar como aval. En este momento, se puede decir que ese lugar ya es más mío que suyo, pero dado que el tipo me cae bien, hago la vista gorda.

Saludo a varios clientes asiduos y me establezco en la misma mesa de siempre. Echo una leve ojeada al lugar, mientras Chuck sale el mismo de la barra y me sirve el mismo trago de siempre. Lo levanto en alto, a su salud, y me lo bebo de un solo trago.

Entonces ... es ahí cuando me quedo mirando hacia algo que llama mi atención. Se trata de una mujer con largas piernas, con un vestido rojo que resalta bien sus atributos, el cabello aleonado, de espaldas a los clientes, bebiendo un trago en la barra.

- ¿Tenemos nueva mercancía, Evans? – sugiero, sin poder quitar los ojos de esas curvas. ¡Dios! Ni siquiera la visita al burdel de hacía unas horas puede disimular las ganas que tengo de calzarme a esa hermosura.

- ¡Oh, no, señor Toro, es mi hija! – Sonrío, divertido, porque se me está ocurriendo una idea genial para cobrarme la deuda que ese tipo tiene conmigo. Me lamo los labios, divertido, dejo el vaso sobre la mesa y camino hacia la barra, mientras la multitud me abre el paso – Señor Toro... - me llama justo detrás, intentando detenerme, pero sus intentos son en vano, pues acabo de elegir nueva víctima.

- Hola, encanto – le digo al llegar hasta ella, apoyándome en la barra, dejando que esa hermosa joven de cabello castaño y ojos verdes se gire a mirarme. Una sonrisa de oreja a oreja es lo que dibujo en mi cara al verla de frente. Es incluso más atractiva de lo que me había parecido. Voy a pasarla muy bien con ella. – no creo haberte visto nunca por aquí, ¿me dejas invitarte a una copa?

- No, gracias, estoy servida – contesta, volviendo a prestar atención a su vaso, removiéndolo con la cañita, algo pensativa. Ni siquiera me inmuto, me lamo los labios y me preparo par aun segundo asalto.

- No nos han presentado...

- No hay necesidad – Luce molesta. Se gira para encararme, deja su baso en la barra y me mira de arriba abajo. Niega con la cabeza, descontenta con lo que está intuyendo con sólo una mirada y entonces sonríe forzosamente con aires de superioridad – debes ser ese capullo prepotente que tiene como pasatiempo extorsionar...

- ¡Victoria, ya basta! – interviene su padre. Sonrío, sin estar ni un poquito afectado por su atrevimiento. Que sea una gata salvaje sólo me gusta más.

- Veo que mi reputación me precede – ensancho la sonrisa, al igual que ella. Me mantiene la mirada con fiereza. Es valiente, quizás demasiado.

- ¿Esa pose de mafioso capullo te funciona alguna vez? – su padre se asusta en seguida, pues sabe sobre mis orígenes y eso me ha dado cierta ventaja en ese mundillo. Esa chiquilla está metiéndose con el tipo equivocado. Rompo a reír disipando el extraño ambiente tenso que se ha formado a nuestro alrededor. Acabo de aceptar un nuevo reto, me gusta demasiado que se haga la difícil, eso sólo me hará desearlo con más ganas.

- Te sorprendería saber la de veces que funciona – contesto. Se muerde el labio, divertida, bajando la mirada un momento. Cuando vuelve a mirarme me doy cuenta de que está lista para un nuevo asalto.

- No me van demasiado los chicos malos.

- Prefieres a los aburridos.

- Prefiero la seguridad – me corrige. La estudio con la mirada, de la misma forma en la que ella lo ha hecho tan sólo un momento antes. No parece ser de las que se conforman con cualquier hombre. Es de esas que necesitan a un tipo dominante que sepa manejarlas.

- No me lo creo, cada poro de tu cuerpo pide a gritos una aventura – rompe a reír y me sorprende lo preciosa que es su risa. Todas las miradas están puestas sobre nosotros y eso me molesta en exceso, pues no me gusta que los demás me vean como un tipo normal, prefiero desatar el miedo y el respeto. Ladeo la cabeza para mirar hacia Dexter y le hago una señal para que se acerque – Nos vamos, tenemos negocios que atender – Miro a Chuck que luce algo pálido con todo aquello – ha sido un placer, Victoria.

- No puedo decir lo mismo – escucho que dice mientras yo me alejo.

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