19. A CUALQUIER HORA

Luciana

Son las nueve de la noche y es el segundo día que llevamos en Francia. No he sabido de Grillo desde anoche y tengo este nudo en la garganta que no me ha dejado comer, ni hablar, ni dormir. Santiago ha estado ocupado con César en la cata de vinos, y no me ha preguntado por su padre, supongo que porque cree que me voy a enojar.

Por suerte o por desgracia, hoy no repitieron el modus operandi de ayer, y cuando Santi entra en nuestra habitación me ve dando vueltas de un lado a otro del balcón como si fuera una loba desterrada.

—¿Mamá estás bien?

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