Fue un momento de mucha tensión e incertidumbre para todos, pero especialmente para Nelson. Después de sus chantajes, no esperaba que finalmente me atreviera a pedirle el divorcio. Estaba cansada de sacrificar todo por los demás mientras yo vivía un verdadero infierno.
Nelson, seguro de que podía manipularme debido a la debilidad que sentía por mi familia, arrugó el documento y lo lanzó al piso. Miró a Barradas lleno de coraje e impotencia.
— ¿Se puede saber qué significa esto? —preguntó, mientras los demás se quedaron intrigados por la situación.
Barradas respondió sin rodeos:
— El documento está muy claro, señor Nelson. Mi clienta, la señora Ana Paula, está solicitando la anulación del matrimonio.
La noticia tomó a todos por sorpresa, especialmente a Luis José, que no podía creer que yo hubiera tomado una decisión tan radical e inesperada. Mientras tanto, mi hermana perdió la sonrisa de su rostro. El divorcio era una puñalada en la espalda que podría arruinar sus planes, y su mayor