Capítulo 44: Un Rey enamorado.
—No pensé que eras tan bueno con el arco~ —sonrió Serenia, mientras volvía cabalgando al claro del campamento.
Bertrand la volvió a ver, montando ese caballo marrón, la Reina se notaba bastante entusiasmada, un brillo en su mirada dorada delatando que había disfrutado el practicar junto con él.
Una emoción creciendo en el corazón de ese gobernante, que devolviéndole la sonrisa, respondió:
—Es parte de… No podría ser digno Rey si no tuviera amplios conocimientos, pero tú querida. Me has demostrado y a ti misma que realmente eres buena y ni los años sin práctica frecuente entorpecen tu talento.
—Me dijiste que era cuestión de mi calma y el viento, tenías razón~ —dijo la mujer extranjera, con nostalgia recordando ese pasado en la propiedad de sus padres en el Sur del antiguo Reino de Maita, donde ella solía aprender esgrima y arquería gracias a su padre—. Lance, mi padre, siempre fue elogiado por ser un maestro de la esgrima con un talento sorprendente. No era nada bueno con el ar