En ese momento de incertidumbre la voz de Marco llega desde atrás impidiéndole ver la cara.

— Ella puede ser mía… Se la pedí al señor— dice con una voz segura de estar haciendo declaraciones sin un ápice de duda o posibilidad de que exista otra posible respuesta.— Él aceptó. La haré obedecer como se debe, como una hembra debe hacer a un hombre.

Las palabras que Yasuke estaba escuchando le provocaban asco y rencor.

— Sólo suéltame— declara Yasuke. — Suéltame de los agarres y veremos quién hace obedecer a quién— susurra el hombre al mismo tiempo que siente de nuevo una navaja en rojo vivo ardiendo sobre su piel. — ¡AAaaghh!— Jadea Yasuke conteniendo el grito de dolor desgarrador que sale de su cuerpo.

— Tú mejor cállate que para este punto ésta es solamente una probadita de todo lo que vas a sufrir al hacerte cenizas en el primer rayo del sol.— Dice Marco sin contemplación alguna.

Luisa va desesperada al mismo tiempo que corre en busca de encontrar una posible respuesta.

“¿Qué podría