– Te odio Alba.
Digo para buscar el pedazo más chico y dárselo, pero siento muchas miradas encima de mí y al levantar la vista muchos lobos me miran raro.
Fustrada le doy el plato a Alba y salgo furiosa del lugar... Siento que explotaré de rabia ¿Por qué me tienen que pedir cuándo voy a comer?
Algunos lobos me miran extrañados, pero no le presto atención, sólo siento mucha rabia y ganas de llorar.
¿– Se encuentra bién señorita?
Me pregunta una loba acercándose a mí.
– Si, no se preocupe.
Le digo con una sonrisa fingida.
Élla no muy convencida me mira.
¿– Está segura? Parece que va a llorar... ¿ Le hicieron algo?
Dice la muy entremetida y suspiro varias veces para controlarme.
– Estoy segura.
Digo para volver dentro, no me gusta que me estén haciéndo pregunta.
Al estar dentro me dirijo hacía mí asiento y me doy cuenta que Alba se comió todo y sólo dejó los huesitos.
Ahora si sentía unas inmensas ganas de llorar ¿Cómo se atrevió a comérselo todo y no déjarme?
Alba dirige su