Desperté en una especie de taller, atada de piernas y manos. Un olor a putrefacción invadía todo el lugar. Mi cuerpo dolía; en especial mi parte baja. Me sentía asqueada al estar tirada en el suelo e indefensa.
—¿Cuánto tiempo creíste que ibas a seguir engañándome, lisa? — escuché la voz de Akira y fijé mi mirada en su dirección.Estaba sentado en una silla, en medio de dos hombres más. Sentí escalofríos al escucharlo pronunciar esas palabras.—Akira, ¿Dónde estoy? — pregunté asustada, tratando de sentarme.—Este será tu nuevo hogar, ¿No te gusta? — su expresión lucía diferente, no era el mismo Akira de siempre. Su mirada fria y seria, me erizó la piel.—¿Por qué me haces esto, Akira?— pregunt