Christian
—Contesta —se queja ella, me abraza con más fuerza y empiezo a odiar ese jodido tono de llamada.
Irritante y realmente molesto.
—Estoy seguro de que no tengo nada de Taylor Swift en mi teléfono o ya lo habría lanzado contra la maldita pared —contesto, o me quejo.
Amy ríe entre dientes. Sin abrir los ojos, estira un brazo para tomar su teléfono que está al lado del mío, lo agarra sin equivocarse y contesta. Cierro los ojos otra vez, feliz de que haya callado esa bestia chillona a la que ella llama música, y beso su frente.
—No habla nadie —bosteza.
—Duerme, nena.
—No —se queja, y yo lo hago también, porque muero de sueño—. ¿Cuándo será tu entrevista?
Esa puta entrevista.
—Fue hoy.
No fue tan malo como creí, pero cuido mi privac