Christian
Se muestra inquieta, mientras intento mantener la calma y recordar que con ella no debo correr. Pongo algo de música de esa pop chillona que a ella le gusta y continúo centrado en la carretera.
—¿Por qué ahora? —pregunta de repente. Cierro los ojos un par de segundos y pienso bien mi respuesta—. ¿Antes era estupro?
Piso el freno con fuerza y grita por la impresión. Resoplo y paso mis manos por la cara para relajar un poco mi expresión. Me giro para mirarla y esos ojos obstinados me observan con reproche. Escucho, pero no presto atención a los insultos de los conductores que venían detrás, sólo la miro.
—Ahora que recuerdo, siempre he sido el idiota de la familia —escupo.
—No seas tonto, sabes a qué me refiero.
No contesto y prefiero reanudar la marcha antes de decir cosas que no debería. Un