Enredo de amor: El escándalo del príncipe.
Enredo de amor: El escándalo del príncipe.
Por: Sweet Bracca
Preámbulo

“La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.”

—Platón—

Mila:

Me encontraba en un colapso de nervios, estrés y de ansiedad, el trabajo absorbía tanto mi vida normal como la amorosa, aunque la amorosa no la llevaba a cabo.

Nadie cumpliría con mis estándares, yo aún soñaba y creía en el amor real, en donde la plebeya tiene un final feliz con el príncipe, el príncipe de su vida. ¡Qué tontería!, pero básicamente, así era yo.

—Mila, debemos confirmar la cita del señor Ford para mañana con la jueza Hastings, ya no se puede postergar más— dice Celia, la asistente de mi colega en el caso del señor Ford.

Trabajo para un bufete de abogados, no me gusta decir que soy abogada, mi carrera la obtuve por puro compromiso ya que siempre soñé con ser doctora pediatra; los niños siempre han llenado mi corazón de ilusiones, esas ilusiones de formar una familia hermosa con algún príncipe azul… ¡bah…! Cómo si eso fuese a pasarme.

Soy Mila Callaghan, una chica norteamericana que vive en Washington, la hija mayor de mi padre, la mayor de 3 hermanos, somos dos chicas y el hermano menor que está por contraer nupcias con nada más y nada menos que Gala Sheik. La ironía es que se casa el más chico de la familia y, mis padres temen que me quede para vestir santos (con apenas 23 años).

—Confirmale para mañana a las 9 de la mañana, ni un minuto más, ni un minuto menos. El viernes sabes que es la cena de compromiso de mi hermano y debo de ir, cancela mis citas del fin de semana, por favor querida Celi— suelto un suspiro agotado, ella conoce que estoy cansada, me tiende una rosquilla de chocolate y me dedica una sonrisa dulce.

—Vete a casa y yo termino de hacer lo que falta, mañana te espero a las ocho, ponte algo hermoso—acota la chica de cabellos rubios.

Me pongo de pie, tomo mi bolso y las carpetas que debo llevarme a casa, la envuelvo en un abrazo y salgo directo a mi hogar, un humilde apartamento en el crosing DC. Mi papá me apoya a en una parte y yo la otra, aunque siempre qué me daba la mitad del dinero, hacía la misma fastidiosa pregunta; ¿cuándo vas a casarte? ¿Cuándo tendré nietos?, ese tipo de cosas por el estilo, me ponían siempre de mal humor.

Llego al fin a mi apartamento, parqueo el Audi A4 en el parqueadero del edificio, tomó el ascensor y por fin, entró a mi hogar.

—¡Uff, pero que día Dios!—grito para mi, haciendo a que el eco de la habitación del living retumbe solo con mi voz.

Cuando veo en el correo, hay varios sobres, entre todos esos estaban las dos invitaciones, una para la boda de Gio y Gala y la otra para la cena de ensayo, era mañana.

Cuando leí la invitación de la boda quise haber muerto, era este fin de semana, en las playas de Asturias, España. ¿Qué iría a hacer yo en una playa?, siempre me enfrasque en estar sola y ni siquiera usar un traje de baño.

Tomo el móvil, marco en la pantalla el numero de Lorain, me urge una ayuda con la maleta, el vestido es lo de menos ya que soy dama de honor y ya esta listo el vestido en un perchero, a las tres tonadas la muy ingrata responde. El presentimiento que tengo con este viaje es diferente, algo me dice que todo cambiara pero… ¿será para bien o para mal?

(***)

Harry:

Necesito un escape de toda esta patraña, me negaba rotundamente a tomar posesión de algo que jamás sería para mí.

Liderar una nación no estaba dentro de mis planes, menos asumir la corona que tanta sangre había visto derramarse por ella. Mi padre siempre me contó las historias sobre cómo mi abuelo, había obtenido la corona. Guerras a sangre fría y la envidia de tantos que querían llegar al trono sin corresponderles el título ni el linaje; porque sangre real era la que todos tenían, pero no la intensión de ayudar a su nación.

—Debo sopesar esto a mi manera, padre—exclame, en tono anuente para que me dejara salir del reino.

Estamos ya en pleno siglo XXI, obviamente esto del protocolo no era ya para mí, pero por respeto lo hacía aún.

—No hagas ninguna locura hijo, por favor. Si cometes tan solo un error, créeme que quienes se verán afectados serán todos los habitantes de Windertrov. La coronación será en dos meses y medio, solamente no lo pienses tanto, o el reino, sufrirá en manos equivocadas.

Mi padre lo decía preocupado, decía que el tío Theodore quería vender ciertas partes de tierra a continente americano, con el fin de recibir dinero y pagar ciertas deudas que él mismo había cosechado.

Debía de dejar de ser un estúpido, lo sé. Pero necesitaba un viaje, perderme entre la gente y que nadie me reconociera y que mejor que irme de fiesta a las playas de Europa.

La playa de Asturias era mi destino, necesitaba conocer gente, sin que nadie me reconociera y no llevar a tanto guardaespaldas, no quería levantar sospechas.

Me despedí de mi padre, viajaría mañana por la noche para estar temprano el sábado y, gozar el día tranquilo, mi cuerpo pedía sol y arena, eso me daría.

—Claro papá, ninguna tontería mía estropeara nada. Prometo pensar bien mi decisión y no defraudarte. Me iré mañana por la noche y me llevare a Sandro. Descansa.

Salí del despacho real, topándome a mi tío, quien me veía con cara de odio al igual que su mujer.

Ambos cuchicheaban cuando salí, ellos debían hacerme la ya acostumbrada reverencia, saludar con respeto al próximo sucesor de la corona de Windertrov.

Largo un suspiro y tuvo una mirada mordaz hacia su mujer.

—Buena noche, príncipe Harry, que tenga buen sueño—expresó Theodore, tomó a su esposa del brazo y asentí ante su ridículo saludo.

Me aleje de todo eso y camine hacia mí habitación real, donde tenía un buen espacio, mi propio despacho y un amplio walking closet, donde ordene a las señoras del servicio arreglar la maleta que me llevaría a Asturias, en donde despejaría la mente y conocería a la mujer de mis pesadillas.

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