CAPÍTULO 55: UN SUSTO DE MUERTE
Natalie
La sensación de hormigueo y mareo se extiende por mi cuerpo, creciendo hasta hacerse insoportable. Intento mantenerme consciente, pero el mundo a mi alrededor se desdibuja, las luces de la carretera se convierten en destellos difusos y mi mente se nubla. A pesar de mis esfuerzos, mis párpados se vuelven pesados y finalmente se cierran por completo.
De repente, un chirrido ensordecedor me saca de mi letargo. Abro los ojos desorientada, justo a tiempo para ver el auto derrapando fuera de control. Intento frenar, pero mis manos parecen no responder. El impacto es inevitable, y el sonido metálico de la colisión retumba en mis oídos.
La bolsa de aire se despliega con fuerza, golpeándome en la cara y provocando un intenso dolor en mi frente. Un líquido tibio se desliza por mi piel, pero la confusión y la desorientación son aún más abrumadoras. A pesar del caos a mi alrededor, una extraña calma me envuelve, como si estuviera flotando en un sueño irreal