Cuando llegué a casa, Martina estaba hablando sola con las sartenes. Me apoyé contra el marco de la puerta y me reí:
- ¿Cuál es tu relación con estas cacerolas, Martina?
- Amor y odio. - Dijo mirando el objeto que tenía en la mano. – Supongo que tendré que pedirle ayuda al gilipollas… ¿Por qué las sartenes son tan diferentes? ¿Afecta el sabor?
- ¿De verdad te estás cuestionando sobre esto?
- Por supuesto... Soy la cocinera oficial de esta casa. ¡Y este bebé depende de mí!
- Voy a bañarme. - le advertí subiendo.
Cuando llegué a la habitación, Martina estaba detrás de mí.
- ¿Adonde fuiste?
- No lo creerías...
Me dirigí al baño con ella pisándome los talones, pareciendo preguntarme qué acababa de pasar. Me quité