—¿Vas a decirme qué demonios pasa por tu cerebro? —Shyanne miró desde su esterilla y se estiró en otra postura de yoga.
Janeth gimió y se puso de lado tras perder el equilibrio por quinta vez. Finalmente, cogió su esterilla.
—Te espero en los vestuarios. —Se abrió paso con cuidado entre los demás participantes de yoga y salió de la sala.
Shyanne se apresuró a seguirla.
—¿Qué te pasa?
—Realmente no quiero hablar de ello.
Se cambiaron de ropa, y salieron del gimnasio.
—Bueno, entonces, si no quieres hablar, vamos a comer.
—Eso suena muy bien. Me muero de hambre.
En el estacionamiento, Janeth se detuvo junto al Mustang.
—Tal vez deberíamos llamar a Nikki.
—Está con Devon... Mierda, ¿de dónde ha salido eso? —Shyanne se inclinó para mirar dentro.
Janeth desbloqueó las puertas y arrancó el motor para volver a bajar el techo.
—Es de Ray. Me lo ha prestado hasta que se arregle mi coche. Hizo toda la restauración él mismo, y añadió algunos toques modernos como el techo y las cerraduras electr