~Sebastián~
Mientras la miraba, como se las arreglaba para hablar conmigo, tratando ella vanamente de distraerme con un agradecimiento falso, yo sentí una amargura en mi boca, por más alcohol que hubiese ingerido aquel sin sabor no me pasaba.
Ahora sabía por qué podía mentirme, yo ya no era alguien especial para ella.
Ahora yo era como cualquier otra persona, alguien que podía usar sin sentir culpa. Para ella, la honestidad era "la base del matrimonio", y yo arruiné nuestro matrimonio, así que ella tenía derecho a no preocuparse por esa base.
Tenía razón. Ella construyó un hogar para mí, para los dos. Un hogar de verdad, no solo una casa. Un refugio donde podía descansar después de un día estresante, donde me cuidaba sin pedirme nada a cambio.
Destruí aquel paraíso, y lo peor es que nunca lo valoré ni lo consideré como tal.
Vi cómo robaba mi teléfono, obviamente me hice como si no me diera cuenta, y luego se lo pasó a un hombre, actuando como la ladrona más torpe del mundo, eso me hi