Sebastián insistió de nuevo.
Scarlett ni siquiera levantó la mirada hacia ninguno de los dos hombres que estaban subiendo el precio por ese pequeño anillo. Se recostó hacia la derecha con el codo apoyado en el brazo del sillón como una gata perezosa, sus gélidas pupilas púrpuras indiferentes, emanando un aura de reina letal. Pero pocos podían notar la ligera curva en sus labios, sabía que Sebastián quería el anillo, desesperadamente.
Estaba allí por el collar de su madre, pero al llegar supo que Sebastián vendría, porque SU anillo estaba en la lista.
Conocía ese anillo hacía tiempo. Bueno, había sabido de la existencia de ese anillo toda su vida. Como cualquier adolescente, quería saberlo todo sobre el chico que le gustaba, y descubrió el anillo cuando todavía era un dibujo en su cuaderno. Sabía que él estaba diseñando un anillo, luego vio cómo cobraba vida, hasta que lo guardó en una pequeña caja de terciopelo, y sabía para quién era... Ava Fuller.
El anillo representaba el rincón más