Elena fue a su habitación, se duchó, se puso un pijama y se acostó a zigzaguear canales en la televisión, quería ir con Pablo, pero tenía un poco de inseguridad y si ya estaba dormido, pero como toda mujer, encontró una excusa para ir, tomo su crema humectante, cuadro los hombros y fue hacia la habitación de Pablo, tocó la puerta pasito, si no le abría era que se había dormido y se devolvería a su habitación, Pablo abrió la puerta con un paño alrededor de la cadera y con otro se secaba el cabello.
— Elena, apenas escuché la puerta.
— No quería molestarte si estabas dormido.
— ¿Estabas llorando?
— No, debe ser el agua salada y los lentes de contacto que me acabó de quitar que enrojeció mis ojos—mintió Elena.
— Pero pasa nena, no te quedes ahí, ¿Qué es eso que trajiste, crema?
— Sí es una crema humectante buenísima.&nbs