14. Humillada

Eros se pone en pie tan rápido que Abby no se percató en qué momento se había lanzado sobre ella quedando sobre su cuerpo y encima de su escritorio. Su jefe la sujetaba con fuerza de la cintura mientras se hacía camino entre sus piernas con sus poderosos muslos. La mirada de Eros era peligrosa, al punto de ser asesina lo que causo gran pavor a la joven rubia. De pronto su mentón fue tomado con brusquedad manteniéndola firme

—¿Te gusta cabrearme? —La mirada de su jefe se había ensombrecido, eso no era bueno.

—Invades mi espacio privado, no te lo puedo permitir.

—¿Permitir? —En esa oportunidad sonríe—A mí nadie tiene que darme permiso para hacer absolutamente nada, yo hago lo que me venga en gana y eso te incluye a ti, Abby—Emite de manera tan déspota que la joven sintió mucha rabia pero también algo más…<

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