Perpleja, Belén no entendió el motivo de la mirada de Rita, así que decidió ignorarla y esperar a Victoria, quien se sonrojó de la vergüenza y tragó audiblemente.
— Belén, ¿de verdad p‐ puedo hacerlo?—tartamudeó.
— Por supuesto. Besaré saber que no es necesario que salgas al escenario. Puedes quedarte detrás y dibujar. — le respondió Belén con una sonrisa.
Victoria suspiró de alivio tras escucharla antes de agradecerle.
— Muchas gracias, Belén…
— De nada. — dirigiéndole una sonrisa que la tranquilizó.
Justo en ese momento, Rita se adelantó y dijo de manera burlona:
—Tienes las habilidades para ganarte el corazón de la gente, ¿he? Veo que eres capaz de embrujar a hombres y mujeres por igual. Estoy impresionada.
— Lo sé, ¿verdad? Mi carisma no tiene límite. Podría abrir una clase y enseñarte mis secretos si quieres — respondió Belén con una media sonrisa.
Rita se enfureció ante la deliberada provocación de Belén.
—¡Zorra! — gritó.
Omar se adelantó cuando Belén es