Diego se desconcertó al ver a Daniel alejarse.
«Algo no estaba bien en él. ¿Será que...?».
Los ojos de Diego se abrieron con miedo.
«No puede ser que le guste a Daniel. Después de todo, soy buen mozo y encantador».
Diego se estremeció de solo pensarlo.
«Imposible... No puede ser. No puede ser que le guste a Daniel, ¿verdad?».
Digo quería aclarar la situación, pero Daniel ya había entrado en la sala de reuniones, Así que no tenía más opción que guardarse esa pregunta y también entrar en la sala llena de bullicio.
Mientras tanto, el director intentaba calmar al personal técnico, pero fue en vano.
Justo después, entró una ráfaga que intimidó a todos en la sala, y en ese instante, todos se quedaron en silencio mientras se giraban a mirar al hombre que había entrado.
Vestía un lujoso traje negro con los puños abotonados. Entró a la sala con aire de confianza, le tomó solo un instante a las personas ahí sentar la presencia dominante.
Nadie se atrevió a decir una palabra, ya que es