La espalda de Belén se empapó instantáneamente de un sudor frío al pensar eso. No podía creer que el hacker fuera capaz de seguirla hasta ahí desde Distrito imperial.
Además, había colocado una bomba en el barco. Eso le recordó la conversación que el hacker tuvo con ella. Le advirtió que si se negaba a unirse a ellos, la bomba que tenía delante sería su único desenlace.
Así, respiró profundo varias veces más antes de atender la llamada.
—¿Quién eres? — preguntó con frialdad.
Una voz que sonaba robótica se escuchó del otro lado y respondió:
— Señorita Suárez, ¿siempre están apáticas cuando reciben una llamada de un número desconocido?
La persona hablaba en otro idioma, su verdadera voz se encubría detrás de un cambiador de voz. Aun así, pude notar lo indiferente que sonaba.
Como era de esperar, era nada menos que el hacker, eso solo confirmó la sospecha que tuvo desde el principio de que había colocado la bomba solo para ella.
No podía creer lo despiadada que era esa persona al