Lucía Lombardi
Me despierto con una sonrisa en mi rostro y pienso en la razón. Borro la sonrisa cuando recuerdo lo de anoche.
—Buenos días, Lucía —dice Lombardi y me giro para encontrarlo sólo con el pantalón de pijama y una bandeja en manos.
Me levanto de la cama así desnuda.
Demonios.
Estoy desnuda.
Como Dios me trajo al mundo, solo con un poco más de masa.
—No sé a qué andas jugando, pero te dejo bien claro, que lo de anoche s&oa