Me equivoqué…
Definitivamente me equivoqué.
Como Jacob aseguró anoche, me levantó a las cinco treinta de la mañana para ir al gimnasio donde él entrenaba, todo era increíblemente ordenado y limpio, lámparas que iluminaban el lugar, a la vista había un ring de boxeo color azul y otros dos al fondo, una parte del piso era de madera y había una zona acolchada color negra, también sacos de boxeo donde entrenaban y una zona de pesas al otro lado, el lugar era amplio y creo que olí a flores al entrar, estaba más limpio que mi propia casa.
–Sorprendida –murmuró Jacob a mi oído.
–No sé qué decirte –encogí los hombros –. Siempre creí que los gimnasios eran como los que aparecen en las películas.
–¿Cómo en las películas de Rocky?
–Sí.
–Te aseguro que Rocky no está por aquí –sonrió –. Aunque tú puedes ser Becky.
–No me digas así, por favor.
–¿Por qué? –dudó –. Es lindo, Becky.
No debí decirle que no me dijera así, me he dado cuenta que Jacob no le agrada recibir órdenes y cuan