Akari se quedó viendo a Minato por unos instantes, pero él no comprendió la profundidad que alcanzaron sus palabras en el rubio, que tomó un bol con ensalada, y una botella con jugo, aún ensimismado, y caminó hacia la mesa.
—Entonces… ¿cuál es tu historia? —indagó el mayor.
Minato colocó la ensalada y el jugo sobre la mesa, donde ya estaban los vasos, y se sentó en la cabecera. Akari lo siguió, y se sentó a su izquierda, en el lateral.
—Ya que te conté uno de mis secretos mejor guardados… ¿por qué es que decidiste pasar la navidad conmigo, y no con una hermosa mujer de curvas cuestionable, o un tipo guapo, ya que eres de mente abierta?
Minato, que apenas salía de su sorpresa, tan solo atinó a sonreír.
—Es porque usted me agrada, Akari-san. ¿Por qué no hacerlo? &mdash