—¿Cómo los mató? —Mori preguntó con seriedad.
Pensaba regresar al tema anterior, pero debía darle una pausa, para comprobar si hablaba en serio respecto a su confesión.
Matsushita lo miró solo un segundo, y regresó a ver sus manos. Estiró los dedos, y resopló.
—Yo… los abordé al salir de la fiesta —declaró. Su mirar se achicó en sus dedos, su postura se encorvo un poco hacia adelante—. Los amenacé con una pistola, y fuimos a un lugar alejado de la ciudad.
»Ahí los retuve por unos días. —Tragó, y siguió, con voz áspera y lastimera—: Luego solo los envenené, y subí sus cuerpos al auto, lo remolqué, y lo dejé a un costado de la carretera.
Mori encerró el ceño: esto calzaba, por supuesto, pero algo no estaba bien en toda su historia.
—Ella no pudo haber hecho todo eso sola —Nakahara soltó.
Minato asintió.
—Tal vez está encubriendo a alguien. —Desde atrás, el subordinado de Mori opinó.
—Matsushita Yui tiene problemas de esp