Quería alcanzarlo y abrazarlo pero estaba a miles de kilómetros de distancia.
“Lo siento mucho, cariño... Puede que se haya ocupado con el trabajo”.
“¡Pero me lo prometió!”, grita él a través de la pantalla. “Dijo que nunca rompería sus promesas y lo hizo”. Ahora estaba llorando a lágrima viva y eso me destrozó.
Mamá y Joyce, la madre de Rowan vinieron a consolarlo. Quería estar ahí para él y me mataba no poder hacerlo.
“Él te compensará, mi amor... recuerda que te ama y que nunca ha faltado a ninguna de tus funciones”, trato de tranquilizarlo.
El no responde. Solo sigue mirando a la nada con lágrimas silenciosas corriendo por su cara. Parece muy perdido. Como no se mueve ni dice nada, Joyce me dice que se ocuparán de él y termina la llamada.
Salgo de la escuela y me dirijo hacia el estacionamiento. La mayoría de los coches ya se habían ido.
Estaba a punto de entrar en el mío cuando veo llegar el Mercedes negro de Rowan. Se estaciona, se baja y corre hacia mí.
“Siento mucho ll