Las preocupaciones de Fleur no eran producto de la paranoia. Los tres ancianos eran increíblemente poderosos y estaban a punto de liberar por completo su glándula pineal.

Cuando eso ocurriera, sus habilidades aumentarían a niveles nunca antes vistos.

A excepción de Fleur, ellos eran sus combatientes más fuertes. Pero también compartían con ella un mismo problema: las Píldoras Eternas estaban fuera de su alcance.

Sin ellas, no vivirían más de doscientos años, una expectativa muy inferior a la vida que aún le quedaba a Fleur.

Era natural que desconfiaran de su misterioso enemigo si descubrían que esa persona poseía algo tan legendario como las Píldoras de Regeneración.

Con el tiempo, la capacidad de Fleur para controlarlos mediante autoridad y temor se debilitaría.

Y lo peor de todo era que los tres ancianos deseaban la inmortalidad que ofrecía la Píldora Eterna, y ahora estaba claro que Fleur no podría satisfacer ese deseo en un futuro cercano.

Si ese simple hecho era suficiente