Todos quedaron desconcertados, inmóviles y en silencio mientras contemplaban la escena.
Mientras Roy tragaba saliva, su resentimiento hacia Penny crecía.
Pero no había manera de evitarlo: ella era tan fuerte que podía asesinar a alguien ante sus ojos, y él no podría reaccionar a tiempo.
Si la punta de la espada de Penny hubiera seguido recta, aunque fuera un instante, ¡también le habría atravesado el cuero cabelludo!
En tales circunstancias, ciertamente no era lo suficientemente valiente como para mostrar más insubordinación, y se apresuró a decir: “¡Disculpas por no disciplinar mejor a mis hombres, pretora! ¡Tengo todo el derecho a ser castigado!”.
Penny se rio fríamente. “Eso sería innecesario. El amotinado está muerto, mientras que los demás solo tenían que aprender de esa lección. Antes de irme, será mejor que no oiga esos insultos mezquinos, ¡o su capitán también tendrá que ser castigado!”.
Roy saludó a Penny rápidamente, con reverencia inmediata y exclamó: “¡Gracias por su