La arpía le dio a Claire una bofetada en la cara que la hizo girar, pero le ayudó a recobrar un poco de sobriedad.
Sosteniendo con su mano ahuecada su cara hinchada, Claire miró a la mujer de aspecto feroz y preguntó: "¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo?"
La mujer apretó los dientes. "¿Qué estoy haciendo? ¡Quiero matarte, pequeña pícara!"
Entonces, se volteó hacia el guardaespaldas que estaba a su lado. "¿Dónde está el cuchillo? ¡Dámelo! ¡Quiero destruir la cara de esta zorra!"
"¡Sí, señorita!"
El guardaespaldas sacó un cuchillo afilado y dijo: "¡Señorita, no se manche las manos con la sangre de la puta, déjeme hacerlo!"
La mujer levantó la mano y le dio una bofetada. Le arrancó el cuchillo de la mano y le gritó: "¡Cállate, idiota!"
El guardaespaldas se arrodilló en el suelo, petrificado. "¡Señorita, lo siento, por favor perdóneme!"
La mujer lo pisoteó y gruñó: "¡Sal de mi camino, idiota!"
Sostuvo el cuchillo firmemente en su mano, girando hacia Claire y estaba a punto de saltar