Capítulo 30
Para fastidiarlo, Julia había puesto mucho empeño en esa comida. Bajó las escaleras lista para discutir, pero en vez de eso recibió elogios de Santiago, lo que la dejó confundida.

¿Sería posible que hubiera perdido el sentido del gusto? Si no fuera así, ¿cómo podía tragar esa comida tan salada?

—Mi sentido del gusto está perfectamente bien. La comida está realmente buena, puedes probarla tú misma.

Julia negó con las manos: —No, gracias. Solo puedo comer alimentos suaves y ligeros, sin condimentos.

Observó discretamente la expresión de Santiago, quien no mostraba ni el más mínimo signo de disgusto.

Era extraño, ya que él no era de los que se conformaban con cualquier cosa. Seguramente había gato encerrado.

Santiago dejó los cubiertos y preguntó con tono solemne: —¿Sabes qué día es el primero del mes que viene?

Julia hizo un repaso mental, pero no recordaba nada especial.

Su expresión de confusión hizo que Santiago frunciera el ceño. Antes, Julia guardaba en su corazón cada detalle de la
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