Capítulo 32
Afortunadamente el destino le abrió los ojos, permitiéndole ver la verdadera cara de ese miserable y liberándola para que nunca más tuviera que vivir en función de Santiago.

Frente a las burlas de Julia, Natalia usó su embarazo como escudo.

—Cuidado con lo que dices. Si me alteras y le pasa algo al bebé, Santiago te hará la vida imposible.

Julia soltó una risa irónica:

—Pero qué sensible eres. Con esa fragilidad, ¿cómo pretendes ser amante? Pensé que tenías la piel más dura que una coraza, inmune a todo.

Emma le mostró ambos pulgares arriba. La formidable abogada Castro finalmente había recuperado su lengua venenosa.

Natalia respiraba agitadamente, furiosa. ¿En qué momento esta mujer se había vuelto tan afilada con las palabras?

—Tú... tú me las pagarás.

Sin poder contraatacar verbalmente, Natalia arrojó la tarjeta sobre el mostrador y ordenó con arrogancia:

—Envuélvanme todas las joyas de esta fila y cárguenlo a la tarjeta.

La dependienta, emocionada al ver la tarjeta exclusiva, asint
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