Capítulo 36
Julia cerró los ojos apoyada contra la puerta, ignorando los golpes de Santiago. Le repugnaba su egoísmo.

¿Con qué derecho le pedía ahora que se adaptara a la situación con su amante?

Santiago, que nunca había sido rechazado de esta manera, se sentía frustrado y furioso. Era su casa, ¿cómo podía quedarse fuera?

Golpeó la puerta con el puño y usó un tono amenazante:

—Julia, te doy una última oportunidad. Si no abres, tendré que hablar con tu padre.

Al escuchar esto, Julia abrió los ojos, casi olvidando que él tenía esa carta bajo la manga.

Se giró para abrir la puerta, pero se detuvo con la mano en el pomo.

Esto no podía continuar así. No podía permitir que él la manipulara con esa amenaza cada vez que surgía un problema.

Suplicarle sería inútil, pero si ella también encontrara algo con qué chantajearlo, algo que equilibrara la situación, las cosas cambiarían.

—¿Me vas a obligar a derribar la puerta?

Julia finalmente abrió. No era momento de enfrentamientos directos; necesitaba acercars
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