Santiago recordaba que Macarena había mencionado que la gente de Natalia la vigilaba constantemente. ¿Acaso eran ellos los responsables?
Aún no había tenido tiempo de confrontar a Natalia en prisión, y esta mujer todavía se atrevía a causar daño.
Pero había algo que Santiago no lograba entender: ¿quién era su cómplice en el exterior?
Un balde de agua fría cayó sobre Julia, haciendo que despertara temblando.
Se había desmayado por el dolor. Al abrir lentamente los ojos, su visión estaba borrosa.
Julia sintió vagamente que algo fluía de su cuerpo. Miró hacia abajo horrorizada y vio que la sangre comenzaba a empapar sus pantalones.
Ignorando el dolor, intentó desesperadamente liberarse de las cuerdas. No quería perder al bebé.
Pero era imposible desatar los nudos. Julia levantó la mirada y suplicó:
— Libérenme, les daré el doble, incluso diez veces más dinero.
Uno de ellos la agarró del cabello y se rio:
— También nos gustaría ganar ese dinero, pero lamentablemente, en este negocio tenemo